SAN CARLOS BARROMEO

He leído una noticia que me ha partido el alma:

El Arzobispado cierra una Iglesia, La Parroquia de San Carlos Borromeo en el barrio de Entrevías, está abierta desde hace 30 años y los tres sacerdotes que la llevan dan misa en vaqueros, aceptan ateos y musulmanes y reparten rosquillas en vez de hostias.

El Sr. Rouco, los acusa de no ajustarse a la doctrina oficial de la liturgia.

Los seguidores de Cristo, (los cristianos) nos encontramos a veces con una Iglesia que nos hace reconocer verdaderamente que somos pecadores.

Yo no se como comulgan en Burkina Faso, (por poner un ejemplo) o si el cura va con tapa rabos o sotana, o como oficia la misa, si la hace con un altar delante, detrás o sin altar, ó si los que van tienen otras creencias o si….

Porque lo que importa es el sentido de Jesucristo que ese sacerdote lleve a los hombres, mujeres y niños de ese país.

Y Jesucristo por encima de todo, es amor y misericordia.

Enrique de Castro, conocido por algunos como el cura rojo, es uno de los hombres que más cerca puede estar de Dios.

Es conocido en Madrid, por casi todos por su gran labor como sacerdote.

Lleva muchos años peleando junto a las familias pobres y marginales de Vallecas, hace 25 años, dada la ignorancia que había en España sobre las drogas, él “se metió en la boca del lobo” y no dudó en apoyar a los débiles, a los enfermos y a los pobres, jugándose la vida en el medio de todo eso y dando ejemplo de amor, a pesar de las criticas, que las ha tenido siempre.

Estoy convencida, que a muchos de nosotros sus experiencias personales nos enriquecerían y nos darían un poco de fe, porque a los cristianos se les reconoce por sus obras, y desde luego, no hay mas que oír hablar de él a la gente de Entrevías para saber que dentro de Enrique está Jesucristo ( si aún creemos en ËL)


La situación actual del hombre, hoy en día, es desconfiar de todo;
Hemos visto, como hemos pasado de creer en Dios, que es lo que nos enseñaron nuestros padres, a dudar de su existencia ó en muchos casos negarla.

La mayoría de las veces por la intransigencia de la iglesia, por su bochornoso comportamiento en las cruzadas, los abusos sexuales de los sacerdotes, los abusos de poder, la unión con los poderes políticos durante todas las épocas, su inmensa riqueza frente al hambre en el mundo etc., han hecho que esa semilla que un día nos dieron en nuestro bautismo, en algunos casos desaparezca.


Por eso cuando alguna vez, nos encontramos con un sacerdote en misiones dando su vida por los pobres, o con una asociación o fundación donde conocemos a las personas que están implicadas y vemos que no se quedan con el dinero y que dan su vida por otros…de repente nos nace una esperanza y recordamos que es posible que Dios esté en esas personas…

Pero cuando vemos a los grandes dirigentes, cargarse “por amor a Jesucristo”, el buen hacer de los demás, nos preguntamos como es posible que el hombre, siga siendo tan pecador y pierda la visión de las cosas cuando llega a ser poderoso en cualquier ámbito social.
Cuando vemos que los grandes dirigentes eclesiásticos “por amor a Jesucristo” silencian los abusos de los sacerdotes a menores, nos damos cuenta que sus pecados son mortales.

Cuando vemos a los grandes dirigente eclesiásticos “por amor a Jesucristo” silenciar sus hijos ilegítimos, nos damos cuenta que sus pecados son mortales.

Cuando vemos que los grandes dirigentes de eclesiásticos “por amor a Jesucristo” permiten las guerras sin ser capaces de excomulgar a los asesinos que las ordenan, nos damos cuenta que sus pecados son mortales.

….Y así podríamos enumerar todos los pecados de la humanidad, porque los Papas, los Obispos, y los sacerdotes que forman la Iglesia, son hombres, y por lo tanto pecadores.


¿Es que Jesucristo se ponía un uniforme para predicar?
¿Es que los panes y los peces no se parecen a las rosquillas?
¿Es que no comió Jesús entre los pecadores?

El único fin del cristiano, es el amor al prójimo, y dice San Pablo, que no importa si puedes mover montañas, o hablar la lengua de los ángeles, si eres capaz de profetizar, porque si no tienes amor no eres nada.

Y aquí está Enrique de Castro, que no se si es rojo, verde o azul, pero si sé que hace milagros entre los suyos, que consuela a los afligidos, que protege a los débiles y que se entrega día a día en cuerpo y alma al prójimo.

No importa como va vestido el sacerdote, si la eucaristía, es cantada, bailada o en silencio.
Si beben vino o champán cuando santifica la sangre de Cristo.
SI come pan ácimo, chapata o rosquillas cuando santifica el cuerpo de Cristo.
Lo que importa es que logre acercar a las personas, un poco más a Dios.

2 comentarios:

Enrique Gallud Jardiel dijo...

La pobreza y la castidad siempre se han pasado por algo. Lo que no se perdonan son los delitos contra ¡la obediencia!

Anónimo dijo...

Veo a veces al Sr. Rouco en
tv. Y aprecio que el Sr. Rouco, o padre, o hermano, no tiene mal aspecto. No aparenta pasar ninguna necesidad.
Ningún padre o hermano actuaría con sus hijos o hermanos como lo hace habitualmente la IGLESIA. Por eso el Sr. Rouco se rodea de los poderosos, y aparece bautizando a los hijos de los poderosos (que yo sepa, aun no ha bautizado a ningún niño de Entrevías).
Parefenalia, dogma y liturgia, por encima de los valores, del amor, del respeto, la ayuda a los demás...