OTRO MUNDO ES POSIBLE SIN ELLOS
Esto es para
leerlo despacio, lo he tomado prestado de Iniciativa Debate, creo que todos deberíamos
saber todo lo que se cuece a nuestras espaldas con nuestro dinero y
recapacitar.
El
ex coronel del Ejército, historiador y articulista de VMPress, Amadeo Martínez
Inglés ha remitido un escrito dirigido al Juez del Juzgado Central de Instrucción
número 002 de la Audiencia Nacional en el que rebate, punto por punto, la
implicación como imputado en un presunto delito contra la corona por su artículo
“¿Por qué te callas?” publicado en numerosos medios digitales y que tuvo una
gran difusión. En este escrito solicita sean llamados a declarar como testigos
la actriz Bárbara Rey, el ex teniente coronel Tejero y el ex general Alfonso
Armada, entre otras personas que poseen amplios conocimientos sobre los
presuntos delitos cometidos por el rey Juan Carlos I. Por su interés,
reproducimos el escrito de Martínez Inglés al juzgado.
AL
ILMO MAGISTRADO-JUEZ DEL JUZGADO CENTRAL DE INSTRUCCIÓN NÚMERO DOS DE LA
AUDIENCIA NACIONAL
Don
Amadeo Martínez Inglés, coronel del Ejército diplomado de Estado Mayor,
escritor e historiador militar, se dirige a VS en relación con la cédula de
citación recibida en su domicilio con fecha 23-03-2012 en base a las
diligencias previas que, en providencia de 21.03.12, ha abierto ese Juzgado por
un presunto delito CONTRA LA CORONA, exponiéndole las siguientes
consideraciones:
PRIMERA.- Como coronel de Estado Mayor, historiador militar y
profesor de esta última materia en la Escuela de Estado Mayor del Ejército español
me he dedicado durante más de treinta años, concretamente desde mediados de los
años ochenta del pasado siglo, a estudiar e investigar la vida del actual rey
de España Juan Carlos I tanto en su ámbito personal como en el público e
institucional.
SEGUNDA.- Como consecuencia de esas investigaciones y estudios
profesionales pronto llegarían a mi conocimiento abundantes indicios racionales
de la comisión por parte del monarca español de variados presuntos delitos
tales como (por orden cronológico): “homicidio imprudente” o “fratricidio
premeditado” (esta disyuntiva nunca la han dilucidado los jueces que deberían
haberlo hecho); “alta traición a la nación española”, al haber pactado en
secreto en noviembre de 1975 con el Departamento de Estado norteamericano la
entrega unilateral a Marruecos y Mauritania de la antigua provincia española
del Sahara Occidental; “cobardía ante el enemigo”, al retirar en esa fecha de
manera humillante y sin combatir las fuerzas militares españolas de ese
territorio ostentando la Jefatura Suprema de las FAS; “genocidio de la antigua
población del Sahara español en grado de colaborador necesario” (más de tres
mil víctimas) al haberla entregado al rey alauí Hassan II totalmente indefensa;
“golpismo de Estado”, al haber autorizado a sus militares cortesanos (Armada y
Milans del Bosch) la planificación, preparación y ejecución de la maniobra político-militar
desarrollada en España la tarde/noche del 23 de febrero de 1981, conocida
popularmente como “la intentona involucionista del 23-F”; “terrorismo de Estado”,
al tener previo conocimiento, como comandante en jefe de las FAS, de la guerra
sucia que preparaban los servicios secretos militares y de la seguridad del
Estado contra ETA (GAL) y no haber impedido su puesta en marcha; “malversación
de caudales públicos” de los denominados “fondos reservados” adscritos a Defensa,
presidencia del Gobierno e Interior, al conocer y no desautorizar el pago a
determinada vedette del espectáculo español por las prestaciones sexuales que
le había realizado durante más de quince años y que ella, en 1996, amenazaba
con hacerlas públicas a través de documentos audiovisuales de su propiedad; “corrupción
generalizada”, al recibir durante décadas regalos multimillonarios procedentes
tanto del exterior como de la propia España: yates, fincas de recreo, petrodólares
en forma de créditos a fondo perdido…etc, etc; “enriquecimiento ilícito” como
consecuencia de todo lo anterior y de oscuros negocios de todo tipo que en los últimos
años han trascendido a la opinión pública española a través de libros y
documentos nunca desmentidos oficialmente hasta convertir a su
familia en una de las mayores fortunas del mundo (la 134, con 1790 millones de
euros en su haber).
TERCERA.- Como
consecuencia de todo lo anterior, señor magistrado juez del Juzgado Central número
002 de la AN, el 23 de septiembre de 2005, y ante la incompetencia
constitucional que presentan los tribunales españoles (y de todo el mundo) para
juzgar los presuntos delitos cometidos por el actual rey de España, Juan Carlos
I, envié al presidente del Congreso de los Diputados un exhaustivo informe (40
páginas) sobre las muy claras y decisivas responsabilidades del monarca en la
ya señalada “intentona involucionista del 23-F”, solicitándole la creación de
una Comisión parlamentaria que depurara esas presuntas responsabilidades tanto
en el terreno personal como en el histórico e institucional. Posteriormente, el
25 de enero de 2006, remití el citado informe al presidente del Gobierno de la
nación, al del Senado y a los de las más altas instituciones del Estado:
Consejo de Estado, Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder judicial…etc,
etc.
Asimismo,
en años posteriores (12 de febrero de 2007, 4 de abril de 2008, 8 de
octubre de 2008 y 13 de diciembre de 2011) seguí enviando al Congreso de los Diputados
periódicos y detallados informes que he ido extendiendo y ampliando a la
totalidad de los presuntos delitos cometidos por el actual jefe del Estado español.
Del remitido con fecha 4 de abril de 2008, y con casi un año de retraso, recibí
acuse de recibo por parte de la Cámara Baja del Parlamento español comunicándome
que había sido trasladado a la Comisión de Peticiones de la misma para su
oportuno “estudio y tramitación”.
CUARTA.- El 8 de septiembre de 2008, y en relación con el “homicidio
imprudente” (así lo admitió en su día su noble autor y su familia) o “flagrante
asesinato” (eso deberían haberlo ya dilucidado los jueces portugueses o los
militares españoles, ya que en marzo de 1956 “el caballero cadete Juanito” era
un profesional de las FAS españolas) cometido por el actual rey de España Juan
Carlos I a las 20,30 horas del día 29 de marzo de 1956 en la finca denominada “Villa
Giralda” de Estoril (Portugal), me permití enviar al Fiscal General de Portugal
(Procurador-Geral da República) un prolijo estudio profesional (sin duda el único
estudio balístico que existe en relación con este caso) sobre las condiciones y
las circunstancias en las que se desarrolló el supuesto accidente familiar que
le costó la vida al infante Alfonso de Borbón a manos de su hermano mayor Juan
Carlos, solicitándole la apertura de una investigación judicial al respecto. El
Fiscal General del Estado portugués admitió a trámite el informe y prometió “que
o caso vai ser analisado”. A los pocos días, por presiones del Gobierno español
según medios portugueses, me comunicó su archivo debido al tiempo transcurrido
y a la complejidad de abrir en esos momentos un caso judicial tan delicado.
QUINTA.- Pues bien, señor magistrado de la Audiencia
Nacional, cuando este historiador militar que se dirige a VS a través de las
presentes líneas creía que, tras la admisión a trámite de sus reiteradas
denuncias contra el todavía rey Juan Carlos I por parte del Congreso de los
Diputados, iba por fin a poder exponerlas con todo lujo de detalles ante los señores
diputados de la Cámara Baja, resulta que lo que recibe (a horas intempestivas y
a través de una patrulla de la policía municipal que no se recata en mostrar a
los vecinos todo su poder institucional e intimidatorio, seguramente para asustar
al coronel que suscribe ¡qué risa!) es una cutre cédula de citación (una muy
mala fotocopia torcida, casi ilegible y con abundantes errores que pone en
evidencia la miseria y postración en la que se debate hoy en día la justicia
española) para que acuda el 16 de abril, a las 10,30 horas, al digno Juzgado
del que VS es titular a fin de declarar como imputado en un presunto delito
CONTRA LA CORONA ¡Toma ya! ¡Aquí tenemos otra vez la España cañí! ¡El
historiador/mensajero a los tribunales por haber osado meterse con el supremo y
divino rey de los españoles (de algunos españoles, cada vez menos)! Y para más
inri ¡para eso vivimos en un Estado democrático y de derecho! por un artículo
publicado en la prensa digital (en la otra, en los medios de comunicación tradicionales
del Estado, le tienen censurado desde hace años para que no dañe la impoluta
imagen del rey sin par que nos puso el dictador Franco) sustentado, además,
sobre la base de su libertad de expresión y de décadas de estudios,
investigaciones y denuncias que ha puesto a disposición, una y otra vez, de las
más altas instituciones del Estado.
SEXTA.- Mi, al parecer, demoníaco artículo, señor Juez,
dejando de lado el estilo duro, bronco, intempestivo y, seguramente,
impertinente, en el que ha podido ser redactado (cada escritor escribe como
quiere ¡faltaría más! en un país libre, democrático y de derecho) solo refleja
la verdad, una verdad a la que este escritor ha tratado de llegar con su
esfuerzo y dedicación durante más de treinta años. Y que, repito una vez más, desde
al año 1994 ha puesto numerosas veces, mucho antes de que este artículo “Por qué
te callas” viera la luz digital, a disposición del pueblo español en general y
de las más altas instituciones del Estado (Las Cortes y el Gobierno de la nación)
en particular.
Entrando
en un apresurado análisis de autor debo decirle señor magistrado del JUCINAN
002 (perdone, señoría, pero es que los militares de Estado Mayor somos muy
amigos de las siglas, seguramente porque en la guerra el enemigo nunca nos da
el tiempo suficiente para escribir en román paladino todo lo que quisiéramos),
por si no se ha leído despacio mi artículo que me temo que no dada la cédula de
citación que ha tenido a bien enviarme, que éste presenta tres núcleos o
almendras literarias bien diferenciadas:
1ª).-
Un ataque, reconozco que inmisericorde y duro pero veraz y ajustado históricamente,
contra la dinastía borbónica, de cuya muy baja catadura moral, profesional y
social pocas personas en este país tienen dudas. ¿O acaso Felipe V no
fue un loco y egoísta que para ceñir la corona española sumió a este país en
una guerra cruel y despiadada que provocó miles de muertos y la perdida
sensible de territorios patrios? ¿Y Fernando VII no fue un traidor de tamaño
natural, un gran felón como, afortunadamente, reconoce la historia de España? ¿E
Isabel II no tuvo bastante de ninfómana o meretriz regia, como propaló su
propio pueblo? ¿Y su esposo oficial, Francisco de Asís de Borbón, alias el “Paquita”
y “el Puntillas”, no fue toda su vida marital un cabrón consentido? ¿Y
el nefasto rey Carlos IV, un cobarde y un traidor a su patria? ¿Y Alfonso XIII,
el abuelo del actual titular de la dinastía, un putero de las noches madrileñas
y un borracho perpetuo? ¿Y el conde de Barcelona, padre del Juan Carlos I al
que le soltó aquella frase lapidaria de “Júrame que no lo has hecho a propósito”
cuando lo encontró sobre el cadáver de su hermano Alfonso la tarde del fatídico
29 de marzo de 1956, no se pasó media vida a bordo de su yate trasegando
ginebra a espuertas? Y el rey actual, que primero mata a su hermano,
traiciona a su padre y besa el culo a Franco para conseguir ceñir la corona de
España y después abandona a Adolfo Suárez a manos de los militares y borbonea
con éstos para mantener como fuera su estatus regio ¿ha hecho algo aparte de
preparar golpes de Estado, fornicar a destajo a cargo de los fondos reservados,
navegar en el Fortuna y en el Bribón, cazar osos (borrachos o con tasa de
alcoholemia legal), esquiar en Baqueira Beret, pasarse los veranos a cuerpo de
rey en Marivent y labrarse un afortuna apañadita?
2ª).- Una revista rápida y
fugaz de los presuntos delitos cometidos por el rey Juan Carlos I, antes y
después de subir al trono. Que, como ya le he expuesto, los he denunciado
repetidas veces durante los últimos ocho años a las más altas instituciones del
Estado y que no es cuestión de volver a repetir.
3ª).- Una
clara y nueva acusación contra el monarca español por su actuación en el “caso
Urdangarín” puesto que, conociendo desde el año 2006 (la misma Casa Real lo ha
admitido) los oscuros manejos (presuntos delitos) de su famoso yerno, se calló
(por eso titulé mi artículo” ¿Por qué te callas?). Señor Juez, usted
seguramente sabe de esto más que yo, que para eso es un señor magistrado de la
Audiencia Nacional (antes TOP), pero esta actuación de nuestro amado rey en
defensa de su familia (¿de su corona, tal vez?) podría ser constitutiva de un
nuevo presunto delito de encubrimiento. ¿O no?
SÉPTIMA.- De todo lo anterior se desprende, señor magistrado,
que mi artículo titulado “¿Por qué te callas?” de delictivo no tiene nada de
nada. Es un trabajo serio y profesional, aunque duro en las formas, que recoge
una vez más y de forma un tanto airada (los tiempos no están para genuflexiones
versallescas) lo que vengo diciendo desde hace años en multitud de libros, artículos
y conferencias. Además, su señoría conoce mucho mejor que este antiguo
uniformado, la “Exceptio veritatis”, el escudo jurídico que protege la verdad
del ataque inmisericorde de los poderosos e impide que pueda ser considerada un
delito. Sea quien sea el autor de los hechos denunciados.
Y
por otra parte ¿qué es eso de un delito CONTRA LA CORONA? Yo, personalmente,
demócrata, progresista y republicano hasta la médula, no reconozco corona alguna.
Ni española ni de ningún otro confín del mundo. En un Estado moderno, democrático
y de derecho, todos los ciudadanos debemos tener los mismos derechos y ser
iguales ante la ley. Sin privilegios de ninguna clase, como por otra parte
santifica la muy mejorable constitución del 78. En España ya ha habido
movimientos políticos y sociales para erradicar de nuestro ordenamiento jurídico
estos anómalos y extemporáneos delitos contra la corona. Pero de momento siguen
ahí esperando el momento propicio para defenestrarlos. Por cierto ¿Por qué no
existen en nuestras leyes delitos similares contra la presidencia del Gobierno,
contra el ministerio de industria o contra el defensor del pueblo, por
referirme solo a algunas de nuestras muy numerosas instituciones democráticas? Todas
las personas que representan al pueblo soberano (bien es verdad que el rey
actual solo representa al dictador Franco, que fue quien lo puso en la jefatura
del Estado con arreglo a su particular derecho testicular) pueden (y deben) ser
objeto de crítica por parte de los ciudadanos (que no súbditos). Así que dejémonos,
de una vez, de delitos “contra la corona”, señor magistrado. Por cierto, y
perdone por la pequeña insolencia de la pregunta: ¿El señor Urdangarín, forma
parte o no de la corona española contra la que yo, presuntamente, he
delinquido? Porque, vamos, tendría bemoles la cosa…
OCTAVA.- Y ya para terminar este largo escrito, señor
magistrado-juez del JUCINAN 002, me permito significarle que así como su señoría,
debido a su cargo, ostenta ese preeminente tratamiento de VS, el coronel,
escritor e historiador que suscribe, debido fundamentalmente a su empleo en el
Ejército español y a las múltiples condecoraciones que posee, algunas de ellas
con categoría de gran cruz o placa, tiene también derecho al tratamiento de VE
(excelentísimo señor), circunstancia ésta que le refiero sin un ápice de
personal vanidad, muy dormida después de más de cincuenta años de luchar en
este mundo cruel, pero con toda mi determinación de que sea respetado. Y mucho
más después de la clamorosa falta de respeto por su parte al enviarme una cédula
de citación que no es de recibo, propia más bien de Somalia o de cualquier otro
país tercermundista.
Y
es que ese tratamiento y el empleo de coronel del Ejército español que poseo, señor
magistrado, no llegaron a mí a través de una rifa. Ya en 1958 y con un poco más
de 20 años de edad (cuando su señoría, con todos los respetos, seguramente se
meaba todavía en sus pantalones) tuve que jugarme decenas de veces la vida
luchando por defender este país de las huestes de Hassan II, que habían
invadido la “provincia española” de Ifni, realizando misiones cuasi suicidas
tras las líneas enemigas al frente de un puñado de soldados voluntarios de
elite. Sin vanidad alguna, debo decírselo de nuevo, fui propuesto para la
medalla al mérito militar y en mi hoja de servicios se reconoció mi valor en
acción de guerra.
Después,
y a lo largo de casi cuarenta años, seguí arrostrando los claros peligros de mi
profesión, tanto en unidades paracaidistas como en las nómadas del desierto del
Sahara. He estudiado años y años sin parar estando en posesión de tres diplomas
de Estado Mayor (uno de ellos extranjero) y de prácticamente todos los diplomas
de especialización de mi Ejército. Y, buscando siempre “los puestos de mayor
riesgo y fatiga” como recomiendan los reglamentos militares españoles, hasta
pedí dos veces ir voluntario al país vasco (cuando muy pocos compañeros lo hacían)
donde, vestido con el uniforme de coronel, en un coche negro sin blindar y con
matrícula ET, sin escoltas de ninguna clase (esas escoltas que sus señorías de
los altos tribunales de justicia reclaman ahora con insistencia a un Gobierno
cicatero que amenaza con quitárselas) tuve que atravesar centenares de veces
las peligrosas calles de las ciudades vascas a solas con mi entrepierna y con
un pequeño revólver en la mano derecha, bajo mi portafolios, listo para escupir
plomo.
Así
durante años, sin quejarme lo más mínimo (mi profesión no me lo permitía) no
sabiendo nunca, cuando cada mañana cogía el vehículo, si regresaría a mi
despacho en el mismo o en otro, negro también, pero con una corona en el
cristal trasero. Como le ocurriría finalmente a otro compañero mío, el único
con categoría de coronel destinado en la misma ciudad que yo que, curiosamente,
se desplazaba siempre de paisano y en coche camuflado y que murió ametrallado
en un semáforo.
Años
después, por luchar por unas Fuerzas Armadas más modernas y profesionales, los
generales franquistas ¡ojo, de 1990! me señalaron la puerta de la que había
sido mi carrera (después de cinco meses en una prisión militar) y tuve que
reciclarme a escritor e historiador.
Así
que figúrese, señor magistrado, y por eso le he contado una parte sustantiva de
mi vida profesional, la preocupación o la angustia vital (la palabra “miedo” no
la puede ni siquiera nombrar un militar, como les ocurre a ustedes los jueces
con la de “prevaricación”) que ha podido generar en mi alma de soldado su cutre
cédula de citación para que acuda a su Juzgado a declarar por un presunto
delito contra la corona. Es que desde ese fatídico día vivo sin vivir en mí o,
como diría el señor Rajoy, envuelto permanentemente en un lío emocional. Pero
no se preocupe, señoría, que voy a ir. Sí, sí, voy a ir (si hay que ir se va…según
el humorista Mota) pero no para perder ni un solo segundo de mi tiempo hablando
de ese presunto delito que al parecer he cometido contra la panda sociofamiliar
que habita en La Zarzuela sino para hablar, si VS quiere, de los presuntos
delitos del rey Juan Carlos que es, en definitiva, el presunto delincuente y no
yo. Para lo cual, obviamente, tendrá VS que leerse y estudiarse (si no es
imposible que nos entendamos) todos los libros, artículos y documentos que he
parido (con perdón) durante los últimos veinte años.
Y
nada más, señor magistrado-juez del JUCINAN 002. En anexo aparte le señalo los
libros y documentos que es preciso se lea previamente para la buena marcha de
la futura entrevista así como los documentos de diferentes instituciones del
Estado que ese Juzgado debería interesar de los organismos competentes para la
buena marcha de las diligencias previas que acaba de emprender, instadas todavía
no sé por quien. También le relaciono la lista de personas que, a mi juicio,
deberían aportar testimonio en calidad de testigos.
Firmo el presente documento en
Alcalá de Henares a 9 de abril de 2012.
2 comentarios:
Hostia tía, vengo con mas tranquilidad mas tarde, es muy largo y ahora voy a ver una peli...jajaja
Besos y salud
Y como lo prometido es deuda, aquí estoy, y encantado de haberlo elido completo porque es entretenido y muy interesante.
Pero lo cierto es que ya ves donde está uno y donde está el otro, y es que es muy difícil pelear contra el poder establecido, por otra parte, tan difícil como saber la verdad de los presuntos hechos y sucesos con que se acusa.
Insisto, muy interesante, gracias.
Besos y salud
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